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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINCuando en 1921, Gabrielle Chanel encargó a Ernest Beaux (pionero de la perfumería moderna) la creación de su ya icónico Chanel Nº5, le dijo muy bien lo que deseaba. En una palabra, un perfume que no se pareciese a ningún otro, “un perfume de mujer con aroma de mujer”.
Con él, la perfumería entraría en una nueva era donde las materias primas naturales y los elementos sintéticos se mezclarían armoniosamente para resultar en una impresionante composición: un original concentrado de feminidad que rompe totalmente con las fragancias de la época.
"Su nombre, su aroma y las líneas radicales del frasco contribuyen a hacer de este un ícono de los llamados años locos (en Francia). Con una simple cifra, en alusión a la muestra elegida Chanel rompe con las tendencias y entra en la abstracción", estima Julie Deydier, encargada de patrimonio de la firma.
La diseñadora quiere distinguirse de la tradición naturalista y floral del siglo XIX y concebir esta fragancia con "olor a mujer", como un vestido de alta costura.
"Un perfume artificial, artificial como un vestido, es decir, fabricado. Soy una artesana de la costura. No quiero rosas ni muguete, quiero un perfume compuesto".
El Nº5 huele a Chanel, identificable por su aroma atípico debido a una presencia importante de moléculas de síntesis, los aldehídos, que aportan frescura a las notas florales y le confieren su carácter "abstracto"
La sencillez del frasco, apenas modificado a lo largo de las décadas, rompe con las presentaciones ostentosas de la época.
"Hay que concentrarse 100% en el perfume, para nada en la presentación", decía Chanel.
Para un anuncio destinado a la prensa estadounidense en 1937, Chanel decide encarnar ella misma el Nº5. Junto a su fotografía, un texto reza: "Gabrielle Chanel es ante todo una artista de la vida. Sus vestidos, sus perfumes son creados con un perfecto instinto dramático. El Nº5 es como una música suave que ensalza una escena de amor. Desata la imaginación y deja un rastro imborrable en los recuerdos de los actores".
Durante las décadas siguientes, el cine y las actrices contribuyeron a perpetuar su aura legendaria y en la actualidad, sigue siendo uno de los perfumes más vendidos del mundo.
Una imagen de Marilyn Monroe en la que se perfumaba el escote con el Nº5 fue utilizada en 2013 para un anuncio de la fragancia, de la que también fueron embajadoras Catherine Deneuve, Nicole Kidman y Gisele Bündchen.
El éxito de Nº5 en los Estados Unidos coincidió con la Segunda Guerra Mundial
Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando su venta se impuso con una amplitud sin precedentes y tomó vuelo para convertirse en un perfume de masas. A pesar del traslado clandestino constante de extractos florales, se coronó como el único perfume de lujo que mantuvo intacta su excelencia.
El número de ventas se multiplica durante la época navideña
Bajo la premisa “todas las mujeres vivas quieren Chanel Nº5”, la publicista Kitty d´Alessio hizo de esta fragancia el regalo perfecto para las fechas festivas, extendiendo su alcance intergeneracional de manera irreversible. El eslogan acompañó a la marca hasta la década de 1970 e incluso continúa ejerciendo sus efectos en la actualidad.
Para convertirse en el perfume más vendido del mundo, también contó con una eficiente publicidad gratuita
En una entrevista en 1955, Marilyn Monroe hizo una de sus confesiones más famosas cunado le preguntaron qué se ponía para dormir: “Cinco gotas del Nº5. Nada más”. La actriz nunca fue rostro ni musa oficial ni siquiera fue elección de Les Parfums Chanel que se la relacionara con él. La icónica fotografía de la actriz perfumándose se capturó tres años después de tal entrevista para un reportaje de una revista de actualidad, pero finalmente no se incluyó y quedó en el olvido. Recién en los noventa la maison difundiría aquella imagen.
Fue uno de los primeros perfumes en utilizar aldehídos
Nº5 utiliza unas moléculas llamadas aldehídos cuya especificidad reside en su propiedad de resaltar todos los aromas de su alrededor. Cuando se lanzó al mercado por primera vez, su potencia y suntuosidad provocada por tales construcciones era aún desconocida.
Coco Chanel casi no obtuvo beneficios económicos por su venta
La diseñadora se asoció con Pierre y Paul Wertheimer, dueños de los cosméticos Bourjois, para producir sus fragancias en su fábrica. El contrato acordaba que Coco se llevaría únicamente un 10% del capital, error del cual se percataría en abril de 1931 durante un viaje a Hollywood. Desde entonces, comenzó una batalla legal por recuperar el control de la empresa: incluso intentó hacerse con la sociedad durante la Segunda Guerra Mundial, aprovechándose de que los Wertheimer eran judíos.
Finamente, en 1947, la diseñadora logró su cometido. Pierre Wertheimer tuvo que pagarle una indemnización de 350.000 dólares en concepto de daños e intereses y Coco empezó a cobrar el 2% sobre las ventas a nivel mundial de los perfumes Chanel, en torno a los diez millones de euros anuales. A partir de este momento, se desentendió de sus fragancias.
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