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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINMuchas mujeres han probado todas las técnicas de depilación habidas y por haber. Pasan por las ceras, cremas depilatorias y las maquinitas, solo para hartarse del dolor y conformarse con usar la afeitadora cada semana.
Hay veces que nos dan ganas de viajar al pasado y detener a las primeras mujeres que empezaron con esta tendencia cruel, pero ¿quiénes fueron ellas? ¿Cuándo empezamos a depilarnos las mujeres? Hoy queremos contarte la historia de la depilación.
Las mujeres nos depilamos desde hace más tiempo del que creíamos. Las personas de la época prehistórica se sacaban el cabello con piedras filosas, pero no por razones estéticas, sino por supervivencia. Si no tenían pelo en la cabeza era mucho más difícil que un adversario los atrapara durante una batalla. Afeitarse siempre apestó, pero cuando te enteras de que las personas del pasado lo tenían que hacer con piedras sucias o conchas de mar no puedes evitar sentirte agradecida por tener una Gilette.
La ausencia de vello corporal no fue un asunto de estética hasta que llegaron los antiguos egipcios, que se depilaban todo el cuerpo, porque creían que un cuerpo lampiño simbolizaba la limpieza. Tanto hombres como mujeres utilizaban una variedad de técnicas para quedar peladas del cuello para abajo, Entre ellas se encuentran las primeras ceras depilatorias, hechas con cera de abeja o hechas a partir de azúcar, y también utilizaban pinzas de cobre y conchas de mar.
Más adelante, en el Imperio Romano, el cuerpo depilado era también visto como bello, pero, a diferencia de los egipcios, no tener pelo también era símbolo de estatus social, aunque solo para las mujeres. Es a partir de este punto que la depilación se convierte en una cosa exclusivamente femenina y las mujeres de la clase alta utilizaban muchos objetos para eliminar esos molestos vellos, incluso algunos que parecían salidos de una cámara de torturas.
La volsella era una especie de pinza gigante que utilizaban las griegas y, más adelante, las romanas para quitarse el vello púbico (que también era visto como antiestético). También utilizaban unas de las primeras cremas depilatorias, producida a partir de una mezcla de resina, vejiga de cabra, sangre de murciélago y serpiente en polvo.
Si se fijan en las pinturas renacentistas (como la de arriba) notarán que las mujeres tampoco tenían ni un pelo en el cuerpo. Lograban hacerlo gracias a una mezcla mortal. Un libro de belleza publicado en 1532 contiene una receta para eliminar el vello de una pasada, pero al filo de la muerte:
«Cómo eliminar o perder cabello de cualquier parte: hierve una solución de una pinta de arsénico y una octava parte de una pinta de cal viva. Ve a un baño o una habitación caliente y esparce la mezcla por toda el área que desees depilar. Cuando sientas calor en la piel, lávala rápidamente para que no se caiga la carne».
Con razón las personas de la época no tenían una gran esperanza de vida.
No fue sino hasta finales del siglo XVIII que las mujeres comenzaron a eliminar sus vellos de una forma menos peligrosa y se fueron acercando a los métodos que conocemos hoy. Jean Jacques Perret, un barbero francés, inventó la primera navaja afeitadora y las mujeres comenzaron a utilizarla.
Después, en 1844 el Dr. Gouraud creó la Poudre Subtile, la primera crema depilatoria moderna. Y poco después, en 1880, King Camp Gillette inventó, bueno, la Gillette, aunque recién en 1915 lanzó una de sus afeitadoras dirigida específicamente a las mujeres.
Remington inventó en 1940 la primera maquinita eléctrica especialmente ideada para mujeres, que en esos momentos ya se depilaban piernas y brazos por razones de moda —las faldas y las mangas cortas—.
Pero tal vez la mayor revolución sucedió en 1960, cuando se creó el láser RUBY, el primero que se utilizó con fines dermatológicos y estéticos. Sin embargo no tuvo mucho éxito por el daño que podía hacer en la piel de las mujeres y el invento nuevo que se utilizaba era, en cambio, las bandas de cera.
En la historia contemporánea usamos de todo, bandas, láser, cremas, ceras, nos depilamos todo el cuerpo y está surgiendo el movimiento contrario: mujeres que se oponen a la depilación. Los movimientos de #NoShave están ganando tracción en las redes sociales, pero antes de Instagram las feministas, como Sandra Bartky, argumentaban que la depilación era una forma de control del patriarcado, que para nosotras ser «normales» requiere de un trabajo muy duro que los hombres no tienen que realizar, ellos pueden presentarse tal cual son y sus cuerpos están bien al natural, pero nosotras tenemos que modificarlos constantemente para conformarnos a los estándares de belleza de la sociedad.
Fuente: www.vix.com
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