Los empresarios chinos no ocultan la importancia de los criterios físicos para la elección de sus trabajadores. Algunos llegan incluso a precisar la estatura requerida en sus anuncios. Por eso cada vez más estudiantes recurren al bisturí con la esperanza de seducir a un compañía potencial, enriqueciendo al sector de la cirugía estética.
La competencia es dura. Siete millones de chinos (un récord) salieron de las universidades en el 2013, en plena desaceleración de la segunda economía mundial. Según los medios oficiales chinos, el 2013 fue «el año más difícil» registrado hasta la fecha para los diplomados en busca de un empleo. En la ciudad de Chongqing, donde se encuentra la clínica del Dr. Wang, hay carteles publicitarios de estos establecimientos de cirugía estética por todas las esquinas. En ellos se muestra a una joven occidental de ojos claros y nariz recta, perfecta según los criterios europeos, frente a las elegantes curvas del célebre monumento parisiense.
La política gubernamental destinadada una mayor apertura del sistema universitario chino hizo que el número de estudiantes registrados en la enseñanza superior se duplicase, según estadísticas oficiales. Cerca de 10 % de los jóvenes que recientemente salieron de una universidad carecen de trabajo, más del doble de la tasa oficial de desempleo para toda la población, según una investigación realizada en junio por MyCOS, una empresa de Pekín. Pero el crecimiento de los puestos cualificados y de los empleos de oficina no siguió el mismo ritmo, dejando fuera todos los años a cientos de miles de jóvenes graduados.